La moneda Dracma es un viaje de varios siglos en la historia de Grecia, una de las principales raíces de Europa. No fue solo la moneda utilizada en las antiguas polis como Atenas, Esparta y Corinto, sino que tras la fundación del estado moderno se convirtió, más de 2 milenios después, en su divisa oficial.
La primera vez que se tiene registro de su uso es en Atenas, concretamente en el siglo V a.C. Cada ciudad-estado de la época tenía el suyo, pero comenzaron a usar esta en común para facilitar el comercio. La de Atenas se la conocía popularmente como glaukes, que significaba mochuelos, nombre que recibía por la lechuza que aparecía en el reverso de esta, diseño que aparece ahora en las monedas de 1€ y en algunas monedas de inversión.
En aquella época cada polis fabricaba las suyas, aunque los estándares eran de 4,3 gramos de plata. Alejandro Magno es uno de los principales culpables de que dicha palabra sea la raíz de muchas de las divisas de la actualidad: tras conquistar buena parte de Asia y Egipto hizo del dracma la principal moneda, raíz que hoy encontramos en otras monedas como el dirham árabe o el dram de Armenia.
La disgregación del imperio macedonio y la invasión de sus provincias por parte de la República de Roma supusieron el eventual desuso de esta. Excavaciones a lo largo de todo el territorio heleno han descubierto una ingente variedad de dracmas, ahora considerados como una joya histórica con un enorme valor arqueológico.
Dracma y los inicios de la Grecia actual
La Grecia que conocemos hoy en día comenzó a forjarse a principios del siglo XIX, cuando el país inició su guerra de independencia frente al Imperio Otomano, al cual pertenecía desde hacía más de 400 años. El primer Dracma moderno se remonta a 1833, cuando se introdujo de forma oficial por real decreto.
En un principio tenían un peso de 4,07 gramos de plata pura, una sexta parte del real de a ocho de España, la moneda de referencia en aquella época. Poco después, tras adherirse a la Unión Monetaria Latina su valor de referencia fue el franco oro. Esa decisión, junto al hecho de que sus monedas fueran monometálicos, dotaron de mucha estabilidad a la moneda, situación que solo cambió con el inicio de la Primera Guerra Mundial y con los posteriores conflictos armados, que devaluaron muchísimo la moneda, hasta el punto de que los ciudadanos preferían utilizar divisas extranjeras e incluso el oro antes que la suya.
Hoy en día es un objeto único para coleccionistas y amantes de la numismática. Entre las más buscadas están las de Otón I y las de Jorge I, las más antiguas ya que datan entre 1832 y 1869.